A cinco décadas de su creación, es innegable el avance de las tendencias que niegan los pilares doctrinarios del Movimiento Gremial que nace en la Universidad Católica. Asistimos a un nuevo discurso que acusa la imposibilidad de concebir la sociedad como un proyecto esencialmente común, lo cual produce fragmentación y obstaculiza cada vez más los necesarios acuerdos políticos. Esta realidad demanda un desafío mayor para los gremialistas, cual es lograr trascender los patios de las universidades y consolidarse como aquello que por naturaleza le corresponde ser: un movimiento social.