Como señala Jean-Claude Michéa, hay algo esquizofrénico en el mundo contemporáneo: por un lado, se nos insta a ser tan libres como sea posible, a exacerbar nuestra propia individualidad; por otro, se nos incita constantemente a modificar nuestras conductas y mentalidades en una dirección determinada. El origen de nuestra paradójica situación se encuentra, según el filósofo francés, en una peculiar respuesta a los conflictos políticos y religiosos de la modernidad temprana. Se trata del afán por encontrar una salida al colosal desencuentro que cristaliza en las denominadas guerras de religión. Esa presión, por vez primera, puso como meta de la vida compartida el “mal menor”. Ya no debe buscarse la grandeza de la patria, el bien público ni las virtudes más elevadas —para no hablar de la gloria personal—, pues todo aquello puede conducir a la guerra. En rigor, solo podemos aspirar a hacernos el menor daño posible. El imperio de ese proyecto es el tema de este libro, que explora tanto sus orígenes intelectuales como sus consecuencias políticas y sociales.